El riesgo de suicidio sería máximo en el año posterior al diagnóstico de sida.
Un estudio europeo publicado en AIDS ha concluido que algunos grupos de personas con el VIH presentarían un riesgo significativamente superior de fallecer por suicidio, uso de drogas, accidente o por muerte violenta. Haberse infectado a través del uso de drogas intravenosas, ser hombre o vivir en Europa del este serían factores que aumentarían aún más algunos de dichos riesgos. Las mayores tasas de muerte por suicidio se dieron entre personas con diagnóstico de sida durante el año posterior al diagnóstico.
Un año más, llega el Día Mundial del Sida y afloran numerosas reivindicaciones relativas a la comunidad con el VIH. La vinculación del VIH con la vulnerabilidad, el estigma y la discriminación son relaciones que afectan a la salud y la calidad de vida de las personas con el VIH y que suelen ponerse sobre la mesa en esta fecha.
Las tasas de suicidio en personas con el VIH disminuyeron notablemente tras la llegada de tratamientos antirretrovirales efectivos, pero continúan siendo altas principalmente por las vinculaciones descritas en el anterior párrafo. Aunque las tasas de suicidio entre personas con el VIH varían según los estudios, siempre, como mínimo, duplican a las de la población general y son especialmente altas durante el año posterior al diagnóstico.
Las muertes por suicidio, en ocasiones, cuestan de distinguir de las causadas por sobredosis de drogas, accidentes o violencia si estas no han sido adecuadamente evaluadas y esclarecidas.
Dado que las muertes por las causas comentadas comparten factores de riesgo similares (prácticas de riesgo, problemas de salud mental, diversos estigmas), los autores del presente estudio trataron de identificar las tasas de suicidio, muerte por uso de sustancias y de muerte violenta o accidental entre los fallecimientos registrados entre personas con el VIH europeas.
Los datos de partida para el estudio provinieron de la cohorte EuroSIDA, que cuenta con los datos de 23.000 personas adultas con el VIH de Europa, Israel y Argentina. Finalmente, 17.881 personas fueron incluidas en el estudio y acumularon un promedio de 8 años de seguimiento.
La tasa de mortalidad global fue de 121 muertes por cada 10.000 persona-años de seguimiento. El uso de sustancias se asoció al 5% de los fallecimientos; la muerte violenta o por accidente al 3% y el suicidio al 2%. Así, la tasa de suicidio observada fue de 2,7 muertes por cada 10.000 persona-años de seguimiento.
Las muertes por suicidio fueron especialmente altas en los 12 meses posteriores al diagnóstico de sida. Concretamente, la tasa de mortalidad por suicidio dentro de dichos 12 meses fue 9 veces superior a la observada en personas sin diagnóstico de sida.
Los investigadores también hallaron que los hombres tenían el doble de riesgo que las mujeres de fallecer por accidente o muerte violenta. Haber adquirido el VIH a través del uso de drogas intravenosas aumentó el riesgo de fallecer por accidente, violencia o uso de drogas Concretamente las personas que habían adquirido el VIH por uso de drogas presentaban un riesgo de fallecer por accidente, violencia o uso de drogas que duplicaba el observado en quienes lo habían adquirido a través de relaciones entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH).
El análisis también detectó diferencias geográficas. Así, las personas con el VIH de Europa del este tenían un mayor riesgo de muerte violenta, por accidente o por uso de drogas. A este respecto, los investigadores apuntan hacia un elevado uso de drogas intravenosas entre personas con el VIH de la Europa oriental, que frecuentemente van asociados a pocos programas de atención a las drogodependencias en dicha región.
Las tasas de mortalidad por suicidio en personas de Suiza y Francia fueron superiores a las del resto de países incluidos en el estudio.
Los autores del estudio apuntan a la importancia de extremar la atención y dirigir programas de prevención del suicidio a aquellas personas que han recibido diagnóstico de sida. También a la provisión de servicios adecuados a personas usuarias de drogas intravenosas para prevenir las altas tasas de mortalidad observadas en el presente estudio, especialmente en la Europa oriental.
Fuente: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH
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